El personaje del mes

Frederick William Herschel

Hannover, 1738 (Alemania) / Slough, 1822 (Inglaterra)

Por Lourdes Cardenal

Desde luego que soplaba una brisa fresca aquella tarde de mayo en Bath.


Corría el año 1773 y William se dispuso a entrar en aquella librería que tanto llamaba su atención.

 

Cuando traspasó la puerta sus ojos se posaron en las encuadernaciones de numerosos libros. Como si de animales inanimados se tratara, con la vista acarició los lomos, delicadamente, saboreando cada título, hasta que se detuvo en uno de ellos, un poco mayor que los otros.
– Buenas tardes, caballero – dijo el dueño de la librería.
– Buenas tardes – contestó William, absorto en los volúmenes.
– ¿Deseaba buscar algo en concreto? – preguntó el librero
– Gracias, estaba admirando su vasta colección – respondió William
– Vea lo que necesite, coja lo que desee estudiar y si tiene alguna pregunta no dude en hacérmela. Si se decide por alguno, avíseme. Son unas auténticas joyas que me han llegado recientemente. Aunque hasta el momento, casi nadie se había interesado por ellos….

 

William tomó en sus manos el ejemplar que más llamaba su atención y se dirigió a un rincón iluminado de la librería. Sentado en una silla alta, junto a un velador con un quinqué preparado para que los clientes pudieran ojear y elegir cuantos libros quisieran, empezó a leer su portada….
“ASTRONOMY EXPLAINED UPON SIR ISAAC NEWTON´S PRINCIPLES AND MADE EASY TO THOSE WHO HAVE NOT STUDIED MATHEMATICS………”

Escrito por JAMES FERGUSON, LONDON, MDCCLXIV……

Astronomía explicada sobre los Principios de Sir Isaac Newton, (por James Ferguson), 1764. Fuente: © Wikipedia

Indudablemente era aquello lo que llevaba buscando tanto tiempo. Ese libro unía de forma casi mágica su mundo con este otro amplísimo que se descubría a su imaginación.

 

Se entretuvo casi una hora y al final se levantó con varios libros elegidos para comprarlos. Por supuesto el tratado de Astronomía basado en los Principios de Newton, era el primero de todos.
– Una excelente elección, caballero. Le auguro muchas horas de entretenimiento.
– Gracias. Voy a empezar a estudiarlos esta misma noche – contestó William.

 

Pagó el precio estipulado por el librero y recogió de sus manos el paquete, hecho con tela de lino y atado con unas cuerdas. Lo hizo con reverencia, casi sobrecogido por el religioso misterio que encerraba aquella obra.

 

Ansioso, llegó a su casa llevando aquel tesoro. No cenó y aquella noche no durmió apenas, devorando las páginas que traducían para él un mundo desconocido.

 

Cuando se hizo de día, su vida había cambiado para siempre.

 

Friedrich Wilhelm Herschel había nacido en Hannover, Alemania, que entonces era el Sacro Imperio Romano Germánico, el 15 de noviembre de 1738. Hijo de músico y militar, pronto se abrió carrera como interprete y compositor. Tenía un talento natural para ello. Sin embargo, la Guerra de los Siete Años contra Francia, le produjo una enorme impresión. Y aunque participó en la batalla de Hastenbeck, en 1757, decidió marcharse a Inglaterra para no luchar más. Tenía 19 años. Allí continuó sus estudios musicales, convirtiéndose en profesor, luego en organista en Halifax (1765). Para entonces tocaba el violín, el chelo, el oboe y el órgano y era tan buen músico que enseguida consiguió destacar, siendo nombrado director de música de la Capilla Octogonal de Bath.

 

Ciudad de Bath en el siglo XVIII, en la época de Herschel. Fuente: © Wikipedia Commons

Durante los años que siguieron, compuso sinfonías para diferentes orquestas (24), conciertos (14), sonatas, caprichos, y otras piezas para violín y oboe, un gran número de variaciones (25), sonatas y minuetos para clave y más de 100 piezas para órgano. Se conservan bastantes obras de esta extensa producción musical que han llegado hasta nuestros días, y que prueban la calidad musical, la variedad y la versatilidad de Herschel.

 

Su vida estaba por completo dedicada a la música. Apenas le dejaba tiempo, entre audiciones y clases, para nada más. Caroline, su querida hermana, se había venido a vivir con él en 1772, después de una larga enfermedad.

 

Pero el músico no se conformaba con esto, quería saber más y se sentía fascinado por la acústica, lo que le llevaba a profundizar en el estudio de las matemáticas y la física, y a apasionarse por descubrir el cielo y lo que había en él. Y su hermana compartía la misma pasión.

 

Así que cuando leyó aquel libro, decidió dar un nuevo rumbo a su vida. Se había dado cuenta de que, si quería estudiar la débil luz de las estrellas, necesitaba una gran sensibilidad en sus observaciones, hecho que le obligaba a disponer de grandes y caros telescopios.

No podía hacer otra cosa que lo que mejor sabía hacer. Compaginar la música con su reciente vocación de astrónomo, y así aplicar sus conocimientos y su enorme habilidad manual con los instrumentos musicales, para llevar a cabo el diseño y la construcción de sus propios telescopios, que fueron considerados los mayores y mejores de la época y le dieron a él la fama de ser el mejor astrónomo del siglo XVIII.

 

No había transcurrido ni un año cuando vio la luz su primer telescopio. Como no podía costearlo con su ajustado salario, lo había fabricado en casa, con la ayuda de su hermana Caroline, en una fundición que instaló allí, y lo había dotado de un espejo de una aleación parecida al bronce, cuyo pulido rozaba la perfección. Un óptico aficionado de Bath le había enseñado la técnica del pulido de espejos metálicos y él instaló la pequeña fundición en el sótano de su casa. Experimentó con distintas aleaciones hasta que consiguió la deseada, con la que fundió un espejo esférico de unos 15 cm de diámetro. Para obtener el primer espejo con el que trabajar, desechó antes más de 200 espejos, tarea que le mantuvo ocupado durante su tiempo libre a lo largo de más de tres años.

 

El primer telescopio que construyó Herschel, un reflector de tipo Newtoniano, tenía 15,5 cm de diámetro y casi 2 m de longitud focal. Era un telescopio muy potente que le permitía atisbar en las noches mucho más que ningún otro aparato y con el que los refractores de la época, no podían competir.

Telescopio reflector construido por William Herschel.  Fuente :© Wikipedia

Cada vez construía mejores instrumentos y rigurosamente, él y su hermana Caroline, con la que compartía su interés por la astronomía, anotaban cada noche todo lo que veían.

 

En marzo de 1781, con un nuevo reflector de 152 mm, descubrió el planeta Urano. Fue por casualidad, estudiando la constelación de Géminis y observando una estrella que no debía estar allí. Con la enorme potencia de su telescopio, pudo observar un objeto que refulgía con una luz amarilla mientras se movía con lentitud. El astrónomo lo describiría como «una curiosa estrella difusa» que era «visiblemente más grande que el resto de las estrellas en el mismo campo de visión». De hecho, este astro no podía ser una estrella pues tenía forma discoide y además se desplazaba respecto del fondo de estrellas fijas. Con esta forma y desplazamiento, el nuevo astro tan sólo podía ser un objeto del sistema solar: un cometa, un satélite o un planeta.

Como las posiciones de los planetas, rodeados de sus satélites, eran bien conocidas, Herschel pensó que se trataba de un nuevo cometa. Pero las observaciones que siguieron demostraron que el nuevo astro no tenía los bordes difusos de los cometas, sino que su contorno era bien nítido y definido. Además, su movimiento no era el acostumbrado de las órbitas fuertemente alargadas de los cometas, sino que seguía una órbita lenta y casi circular. La lentitud de su movimiento, indicaba que se trataba de un objeto más alejado del Sol que el planeta Saturno.

 

Este descubrimiento le dio fama internacional, y el rey Jorge III lo nombró en 1782 Astrónomo Real de la Corte.

Comparación entre la Tierra y el planeta Urano

El nombramiento y el nuevo sueldo, le permitieron abandonar su trabajo de músico, y dedicarse por completo a la astronomía.

 

De esta forma, en los siguientes años descubrió más de 2500 objetos de cielo profundo, estimulado por el regalo de un amigo, el “Catálogo de Messier” que hizo que investigara todos los objetos que se describían en el libro, para llegar a la conclusión de que sólo contenía una mínima parte de los objetos existentes en la realidad, por lo que decidió dedicarse a una búsqueda sistemática y minuciosa en el extenso cielo visible desde su observatorio, y desde su potente reflector mucho más perfecto que ninguno de los telescopios con los que Messier trabajó.

 

La creación de un catálogo exhaustivo que abarcara tantos objetos nuevos, comenzó en octubre de 1783, con la ayuda de Caroline y utilizando su telescopio de 157 aumentos. Fue así como hizo su primer descubrimiento, la pequeña galaxia NGC 7184, el primer objeto con el que inició su propio catálogo y la llamó «H II.1», “Herschel II.1”. Este catálogo originó el uso de letras y números como identificadores. La «H» mayúscula seguida del número de entrada del catálogo representaba al objeto.


Los hallazgos se sucedieron vertiginosamente de una forma que sólo se puede explicar, si tenemos en cuenta la calidad de sus telescopios. Sólo en año y medio descubrió 1000 nuevos objetos de espacio profundo. Tres años después había descubierto otros 1000, y en otros tres años, 500 más.

 

El catálogo de Herschel se publicó por primera vez en 1786 con el nombre de Catálogo de Nebulosas y Cúmulos de Estrellas (CN). Posteriormente, su hijo, John Herschel, lo convirtió en el Catálogo General de Nebulosas y Cúmulos de Estrellas (CG). El CN y el GC son los precursores del Nuevo Catálogo General (NGC) de John Louis Emil Dreyer, utilizado por los astrónomos actuales.

 

El resto de su vida hasta su muerte, (a los 84 años, en Gran Bretaña el 25 de agosto de 1822), lo dedicó por completo a la observación y al estudio. Su único hijo, John, también un excelente astrónomo como él, continuó su obra, ayudado por su tía Caroline Herschel.

Interior de la casa de los Herschel en 19 New King Street, Bath, hoy convertida en museo.  Fuente :© Herschel Museum of Astronomy

Su contribución a la Astronomía es tan importante como extensa.

 

Herschel, sobre todo recordado por ser el descubridor del planeta Urano y de otros numerosos objetos celestes que conformarían su famoso “Catálogo”, realizó muchas aportaciones más, demasiadas para enumerarlas sin olvidar alguna, pero que, por su inestimable valor científico, deberían ser al menos, enunciadas.

 

Prueba de ello es que el astrónomo, teniendo en cuenta la época en que vivió y los medios de que dispuso, observó el desplazamiento del sistema solar hacia la constelación de Hércules, y diseñó un modelo de la Vía Láctea, cuando aún no se tenía muy clara la idea de galaxia, basándose en sus estadísticas de las poblaciones de estrellas en cada sector del cielo. Para ello, durante más de 20 años, contó 90.000 estrellas en 2.400 áreas de muestra por el telescopio e hizo descubrimientos que cambiaron la concepción cosmológica estática por otra mucho más dinámica.

 

Estudió el movimiento propio de las estrellas, y expuso ideas acerca de la naturaleza de las nebulosas. Describió la existencia de sistemas dobles estelares.


Descubrió la naturaleza de los rayos infrarrojos al hacer pasar la luz solar por un prisma y medir la temperatura registrada por un termómetro más allá de la región rojiza del espectro visible.


Y a nivel teórico, confirmó la aplicación universal de las Leyes de Newton no sólo al movimiento de los planetas del Sistema Solar, sino también al movimiento de las estrellas más lejanas.

Herschel instaló un telescopio en Slough (Berkshire) con un espejo de 1,22 m y una distancia focal de 12,2 m. Con este telescopio descubrió dos satélites de Urano y los satélites sexto y séptimo de Saturno.  Fuente :© Wikipedia

Este fue el silencioso trabajo que realizó William Herschel, noche tras noche y año tras año, consiguiendo algo sin precedentes.

 

Una visión cosmológica adelantada a su tiempo, y una exhaustiva relación de todo lo que sus ojos pudieron apreciar a través de sus magníficos telescopios, entendiendo que debido a la velocidad finita de la luz, los objetos celestes lejanos los veía tal y como eran en el pasado, de forma que cuando se adentraba en la profundidad del universo, esa luz que le llegaba era la que brillaba millones de años antes, y provenía probablemente, de alguna estrella que hacía ya mucho tiempo que había dejado de existir.

 

Para mi amigo Santos, por compartir conmigo su elegante visión de la historia.

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