El personaje del mes
Omar Khayyam
Nishapur, 1048 (Actual Irán) / Nishapur, 1131 (Actual Irán)
Por Lourdes Cardenal
Arde el sol en la tarde de Isfahán.
Un joven de 26 años supervisa a los obreros que están construyendo el edificio.
Bajo sus acertados consejos, el edificio va tomando forma.
Será un observatorio. Es un proyecto ambicioso que ha iniciado junto a su amigo y protector Malik Shah, en la ciudad persa.
Ambos amigos, quieren dejar huella. Pero sólo uno de los dos llegará a tocar la eternidad con las yemas de los dedos. Y no lo hará como astrónomo, sino como poeta.
Pero aún falta mucho para eso. Hace calor y la tarde va cayendo.
Las mujeres ataviadas con coloridos vestidos de seda se pasean por el borde de los jardines. Los mercaderes chinos y europeos atraviesan a diario esta ciudad, cargados de preciosos objetos que vienen de muy lejos. Los niños juegan a ser soldados, los soldados imaginan la paz, los habitantes del palacio sueñan con gobernar el mundo.
A lo lejos, el polvo del desierto parece levantarse en torno a las mezquitas y el olor del cordero sale por las ventanas de algunos hogares.
A mediados del siglo XI, el fundador del imperio selyúcida, Toghril Beg, abuelo de Malik Shah, toma la ciudad de Isfahán para coronarla capital de su imperio, que tiene una inmensa superficie que se extiende desde Siria y Turquía hasta China. Cuando Malik sube al poder, en 1073, Isfahán se transformará en una de las más grandes ciudades del mundo, el punto central de la ruta de la seda y de las caravanas de mercaderes que traen lo más preciado que puede llegar a Europa desde los confines de Oriente; las piedras preciosas, los tejidos, los perfumes y las perlas, pero, sobre todo, el conocimiento bajo la forma de los libros, acaso el mayor tesoro para aquellos que sean capaces de descubrirlo.
Isfahan a mediados del siglo XIX, dibujo de Eugène Flandin. Fuente :© Wikipedia
Durante los primeros años del reinado, el joven sultán Malik Shah se encuentra bajo la tutela del visir Nizam al-Mulk, quien le asesora en materia de administración y le sugiere que haga llamar a su corte a Omar Khayyam para dirigir un nuevo observatorio en Isfahán junto con un grupo de sabios, astrónomos, matemáticos, y polímatas en general, en un proyecto que tiene una financiación prevista para un período de 30 años, en el que se hará una reconversión del calendario zoroástrico, solar, a diferencia del islámico, lunar.
Desde ese momento, Malik y Omar se harán amigos.
Así que Omar supervisa la construcción y puesta en marcha de este observatorio, y durante dieciocho años, desde 1074 hasta 1092, lo dirige y realiza comprobaciones de forma minuciosa.
Malik-Shah I sentado en su trono, miniatura del Jami ‘al-tawarikh de Rashid al-Din Hamadani. Fuente :© Wikipedia
Él y su grupo de colaboradores participan en la modificación del calendario zoroástrico mediante tablas astronómicas tan precisas, que en la actualidad siguen estando en vigor, y con las que calculan la duración exacta de un año en 365,2424 días, cifra muy cercana a la medición actual, con un margen de error de sólo un día cada 3770 años.
Utilizan como inicio del año, un evento del antiguo calendario persa que se llama Nowruz. Este término significa el “nuevo día” o año nuevo y se corresponde con la segunda ver que el Sol pasa por el punto vernal en el cielo, o sea, el equinoccio de primavera. Por tanto, es un día fijo que se considera festivo, que da paso a la luz y al calor de la primavera y el verano, correspondiendo por lo general a un día que oscila entre el 19 y el 21 de marzo.
El nuevo calendario reformado establece un sistema de intercalación, con un periodo de 33 años, en el que se intercalan 8 años bisiestos: el primero de los años bisiestos que corresponde a ese periodo, se inicia a los 5 años (es quinquenal) y tiene un día más, y el resto de los años bisiestos que se requieren para completar el periodo de 33 años, se producen cada cuatro años, (y por lo tanto son cuadrienales).
El año con 365,2424 días, tan cercano a la medición actual que se hace con modernos ordenadores y programas astronómicos, sigue vigente actualmente en Irán y Afganistán.
Hay que tener en cuenta que, a pesar de la conquista musulmana y la expansión por Asia, el califato abasí de Bagdad no considera como una prioridad la conversión al Islam de todas las tierras ocupadas, sino que permite que se mantengan algunas de sus costumbres ancestrales.
Este es el caso de la antigua Persia, cuya religión predominante es el zoroastrismo o religión de Zaratustra, con su dicotomía del bien y el mal, personalizados en las deidades opuestas de Ormuz y Ahriman, del cielo y del infierno. Los califas no insisten demasiado en el abandono de estas prácticas, sino al contrario, puesto que, los no musulmanes, rinden un tributo y siempre se necesitan pagos para llenar las arcas y proseguir la conquista.
Dieciocho años después de haber iniciado la andadura del observatorio, Nizam al-Mulk, el visir que le había propuesto para que fuera director, es asesinado a manos de un antiguo amigo suyo, Hassan ibn Sabban, fundador de la Secta Nizarí o de los Assasin, a quién da cobijo la ciudad de Alamut, que no será destruida hasta tres siglos después por el poderoso Tamerlán. Su amigo Malik Shah, el califa, muere también ese mismo año y el observatorio deja de recibir los fondos y la subvención que se le destina.
Con la falta de sus dos protectores, Omar, que nunca ha sido muy religioso ni ha gozado del favor de los musulmanes invasores, cae en desgracia.
Caligrama del león de Ismail, símbolo de los Assassins. Fuente :© Wikipedia
Ya es conocido por sus cuartetas y por su personal forma de ver la vida, así que se marcha de nuevo a Nishapur, donde permanece vinculado a la corte como juez e historiador y da clases de matemáticas, de astronomía, de medicina y de filosofía.
Escribe y publica libros de temática muy variada: “Disertación sobre una posible demostración del paralelo, de la geometría de Euclides”, “Tesis sobre Demostraciones de Álgebra y Comparación”, “Tratado sobre la exactitud del sistema Indio para calcular raíces de ecuaciones” referido a ecuaciones de segundo y tercer grado, “Problemas en Aritmética y Cálculo”, “Descripción de las Tablas Astronómicas de Malek Shah”, el ensayo “Luz de la Razón” sobre la ciencia en general, y la “Disertación sobre Ciencias Naturales”, entre otros, por lo que es conocido y respetado en el mundo oriental.
Manuscrito de Omar Khayyam. Fuente :© Universidad de Teherán
Sin embargo, en Occidente se le admira sobre todo por su delicada poesía, que recupera el antiguo esplendor oriental. En esta línea, su obra más conocida, son las “Rubaiyat”, unas rimas en forma de cuartetas que representan este mundo, ensalzando las emociones, asumiendo un “carpe diem” premedieval con versos que buscan a la vez, la eternidad y el momento fugaz que brindan los placeres de la vida.
Vivirá muchos años y morirá en Nishapur, la misma ciudad que lo vio nacer.
Pero nunca olvidará Isfahán.
Nunca se borrará de su memoria el sonido del agua fluyendo bajo los puentes, ni el murmullo de sus jardines místicos, ni el olor de sus noches de primavera que embriagan los sentidos con las purpúreas rosas y los blancos jazmines, cuando el tiempo es como una caricia que invita al deleite, deteniendo el olvido para todo lo que no sea perfección y belleza.
CUARTETA CXVIII
Sultán: tu glorioso destino estaba escrito
en las constelaciones donde brilla el nombre de Khosru!
Desde el amanecer de los tiempos,
tu caballo de áureos cascos galopa entre los astros.
Cuando pasas,
un vértigo de estrellas te oculta a nuestros ojos.