Mitología de las Constelaciones
Mitos de Invierno
Orión, el cazador
Por Lourdes Cardenal
No existe ninguna constelación en todo el firmamento que la supere. La peculiar distribución de las estrellas que la forman, que puede encontrarse a simple vista, y su brillo, le confieren ser única.
Orión, el cazador, era hijo de Poseidón y Euríale, una de las tres gorgonas. Destacó entre todos los héroes existentes por su belleza, tamaño y su fuerza. Era conocido y respetado por todos. Sus hazañas cinegéticas no eran superadas por ningún otro.
Quiso el destino que se enamorara de Mérope, la hija del rey de Quíos. Por más que intentó pedir su mano, su padre denegaba tal permiso constantemente. Enfadado, un día Orión intentó raptarla. No lo consiguió y el rey, como castigo por tal atrevimiento, y con la ayuda del dios Dionisio, consiguió que Orión se durmiera y aprovechó para dejarlo ciego.
Cuando despertó, Orión no podía ver nada. Asustado, acudió a un oráculo para curar su ceguera y éste le dijo que lo lograría si viajaba hacia el Este y permitía que los rayos del sol le dieran directamente en los ojos.
Una vez recobrada la vista, se trasladó a Creta. Esta isla parecía ser un destino común para todos los héroes y dioses. Allí empezó a trabajar en el séquito de Artemisa, diosa de la Caza, ya que era un magnífico cazador y era capaz de perseguir a sus presas tanto
en el Hades como en los cielos, acompañándole siempre su perro Sirio.
Orion ciego buscando el sol, de Nicolas Poussin (1658). Fuente: © Wikimedia Commons
Orión también se enamoró de Las Pléyades, siete hermanas, hijas de Atlas y de Pleione.
Las persiguió sin descanso, y, para salvarlas del acoso del cazador, Zeus las colocó entre las estrellas, formando el cúmulo estelar abierto de Tauro, desde donde Orión aún intenta alcanzarlas en vano, todas las noches…
Las Pléyades, de Elihu Vedder (1885). Fuente: © Wikimedia Commons
Los diferentes relatos de los clásicos ofrecen versiones muy distintas sobre el final de la vida de Orión. En una de ellas, Orión ostentaba el favor especial de Artemisa, que le otorgaba múltiples atenciones.
El dios Apolo, hermano gemelo de Artemisa, estaba indignado de que su hermana amase a tal gigante, y para deshacerse de él, la desafió a que acertase con un arco y una flecha una pequeña figura, que sobresalía en un lugar muy alejado del que se encontraban, una isla en mitad del mar. Por supuesto, Artemisa acertó en el blanco como gran cazadora que era, pero ese blanco era Orión, quien murió al instante.
Artemisa desconsolada por la pérdida, le suplicó a Zeus que fuera trasladado al cielo y convertido en constelación, y desde entonces, brilla con fuerza en los cielos del invierno, acompañado por sus fieles perros, los Canes Menor y Mayor, con sus impresionantes estrellas, Proción y Sirio, que es la que fulgura con más intensidad de todo el universo.
Según otra leyenda, el orgulloso cazador protegido de la diosa Artemisa, se atrevió a afirmar que ninguna de las grandes bestias y monstruos existentes en el mundo le daba miedo y que podía destruir a todas ellas. Gea, la diosa de la Tierra, se sintió herida ante tales afirmaciones y le envió un simple escorpión que le provocó la muerte.
Para que nunca más coincidieran, ambos ascendieron al cielo en lugares diametralmente opuestos, como la propia constelación de Orión, y la zodiacal constelación de Escorpio. De esta forma, cuando una sale, la otra se pone, y viceversa.
Urania’s Mirror – Orion, de Sidney Hall (1824). Fuente: © Wikimedia Commons
Las noches claras y frías del invierno son perfectas para admirar esta escena de caza.
En la mitad del cielo, Orión, altivo, se prepara, rodilla en tierra, con el brazo derecho en alto, elevando la maza con la que asestará el golpe, y el izquierdo protegiéndose con una capa de piel, o portando un arco. Le acompañan sus perros, dispuestos a saltar sobre la presa que, tímida, corre a esconderse sin encontrar refugio.
CONSTELACIÓN DE ORIÓN
Esta constelación es una de las más fáciles de ver, ya que contiene estrellas muy brillantes y dos asterismos muy conocidos, el Cinturón de Orión y el Triángulo de Invierno, similar al de verano, cuyos vértices están formados por las estrellas alfa de tres constelaciones, Orión, Canis Major y Canis Minor.
Sus conocidas estrellas son de 1ª y 2ª magnitud. Betelgeuse (α Orionis) es una supergigante roja en las etapas finales de su vida y a punto de explotar. Rigel (β Orionis) es una supergigante azul y la sexta estrella más brillante del firmamento. Bellatrix (γ Orionis) es una gigante azul.
Las tres estrellas más famosas del firmamento, con permiso de la estrella Polar, forman el asterismo del cinturón de Orión. En el centro, Alnilam. A su izquierda, Mintaka. Y en la parte derecha, Alnitak, todas estrellas dobles. De ellas penden, como una joya, alguno de los objetos de cielo profundo más hermosos.
Esta región es otro paraíso de los astrofotógrafos, por su gran cantidad y variedad de objetos, casi todos dentro del llamado “Complejo de nubes moleculares de Orión”, que a modo de bucle cubre prácticamente toda la constelación.
Destacan M42, la Gran Nebulosa de Orión y su vecina M43, la Nebulosa de Mairan. Se trata de una nebulosa muy brillante y difusa y visible a simple vista. Otra nebulosa muy famosa es IC 434 Cabeza de Caballo, una nebulosa oscura sobre un fondo de nebulosas de emisión y reflexión.
Más tenue que la de Orión es M78, la Nebulosa Gasparín, una nebulosa de reflexión rodeada de nubes oscuras.
CONSTELACIÓN DE CANIS MAJOR
Es muy fácil de distinguir por su forma característica y sobre todo porque contiene a Sirius, la estrella más brillante del firmamento. Esta estrella, conocida desde la más remota antigüedad, nos ha acompañado siempre. Sirio (α Canis Majoris) es una estrella doble, la más brillante del cielo y una de las más cercanas a la Tierra (se halla a 8,6 años luz). Su compañera Sirio B es una enana blanca y ambas orbitan entre sí cada 50 años.
Aunque la Vía Láctea pasa por la constelación, hay numerosas nubes de polvo interestelar que producen oscurecimientos parciales.
Destacan el cúmulo abierto M41, de la Pequeña Colmena y NGC 2359, la Nebulosa Casco de Thor, una nebulosa de emisión relativamente brillante con una inestable estrella Wolf-Rayet incrustada en su interior, que le confiere su luminosidad característica.
LEPUS
Esta pequeña constelación situada justo debajo de Orión, es visible en cielos relativamente oscuros, ya que sus estrellas más brillantes son de 2ª y 3ª magnitud.
Su estrella más brillante es Arneb (α Leporis), una estrella doble, cuyo nombre deriva del árabe Al-Arnab, y significa, por supuesto, la liebre.
No hay muchos objetos importantes de cielo profundo en esta constelación.
Los más interesantes son el cúmulo globular M79 y una nebulosa planetaria, IC 418, la Nebulosa Espirógrafo, por su forma característica.
CANIS MINOR
Podemos encontrar esta pequeña constelación, gracias a su estrella alfa, Procyon (α Canis Minoris), la octava más brillante del cielo y cuyo nombre griego significa “la que precede al perro” (Pro- Kyon / προ κυωυ) puesto que su salida en el cielo, presentaba la cercana salida de su hermana mayor, Sirio en la constelación de Canis Major.
Aunque la Vía Láctea pasa por gran parte de Canis Minor, no tiene objetos reseñables.
SCORPIUS
Al igual que Orión, Tauro o los Perros Mayor y Menor, es conocida desde la Antigüedad. Es una constelación zodiacal, y se encuentra cerca del centro de la Vía Láctea.
A diferencia de las otras, esta constelación austral se ve en verano, y es muy fácil de distinguir por su forma que recuerda a un escorpión.
Su estrella principal, Antares (α Scorpii), de color rojizo, es una estrella doble y una de las más brillantes del cielo. Su nombre se debe a que se la confundía ocasionalmente con Marte (Ares) el planeta rojo, y para diferenciarlos se la empezó a llamar Anti-Ares (Antares).
Las estrellas más brillantes de la constelación forman un asterismo conocido como “El gancho”, donde destacan Shaula, Girtab, Sargas y Lesath.
Como esta constelación se dibuja atravesando la Vía Láctea, contiene muchos objetos interesantes.
M6, el Cúmulo Mariposa y M7, el Cúmulo de Ptolomeo, ambos dos cúmulos abiertos visibles a simple vista y cerca del “aguijón” del escorpión.
M4 el Cúmulo Globular del Cangrejo, y M80 son dos cúmulos globulares muy densos. NGC 6457 es una nebulosa difusa conocida como Nebulosa de la Langosta.
Por último, IC 4592 también conocida como Nebulosa de Caballo Azul, es una nebulosa de reflexión de gran tamaño.
EPÍLOGO
Históricamente, la constelación de Orión, es mencionada por los escritores griegos más antiguos. Ya Homero, hace alusión al cazador en la “Iliada”, pero, sobre todo, es Hesíodo, quién más lo cita en “Los Trabajos y los días”.
El origen de la constelación, es sumerio. Parece que vieron en ella una escena de la lucha que su gran héroe Gilgamesh, el equivalente sumerio de Heracles, tuvo con el Toro del Cielo. El nombre sumerio de Orión era Uru An-ana, que significa “la luz del cielo”. Tauro era Gud An-na, el “Toro del Cielo”. Pese a que, desde su posición celeste, Orión se adelanta a recibir la embestida de Tauro, el mito griego de Orión no hace ninguna referencia a este enfrentamiento. Pero el Toro, se dibuja amenazante con su ojo rojizo, la estrella Roja Aldebarán, agachando la testuz para acometer al Gigante.