Curiosidades
El cometa que mereció una corona
Cometa Halley en la escena XXXII del Tapiz de Bayeux, año 1070
Por Lourdes Cardenal
Corría el año de Nuestro Señor de 1066.
El ejército del rey Harold el sajón, acampaba sobre las colinas, en los campos de Hastings. Invicto. Hasta entonces.
El monarca ya se había deshecho de uno de sus rivales, el rey noruego Harald Hardrada, que había sido derrotado y muerto sólo un mes antes, en la batalla de Stamford Bridge, al norte, junto a York. Pero, aun así, estaba intranquilo.
En el cielo dibujaba su forma irregular un objeto con aspecto de estrella, nunca antes visto.
El rey Harold II, coronado por los nobles anglosajones, vivía atormentado por el peso de la traición, y muy a su pesar, se preparaba para el encuentro con su último rival, cuando uno de sus consejeros le informó del extraño suceso.
Muy lejos, al otro lado del mar, en Normandía, el sobrino del rey Eduardo, Guillermo, el bastardo de un duque, se disponía a cruzar el canal hacia un destino incierto. También él había sido advertido por un druida del Mont Saint Michel, previniéndole a no hacer nada, hasta que la falsa estrella atravesara fulgurante las noches.
Batalla de Stamford Bridge, pintura de Peter Nicolai Arbo s. XIX. Fuente: @ CREATIVE COMMONS
Y así, aquel sombrío mes de octubre, se enfrentaron el bastardo y el rey para cambiar el destino de Inglaterra. La batalla fue épica, miles de contendientes derramaron su sangre sobre los verdes campos, sobre las polvorientas colinas de Hastings que los ingleses decidieron defender, bajándolas para luchar a muerte con sus enemigos naturales, los normandos, perdiendo así su posición defensiva, y su, tal vez escaso ya, dominio táctico.
Durante todo el día, el estruendo ensordeció el aire limpio y fresco. El piafar desesperado de los caballos, los gritos de dolor de los heridos, el choque de los metales y los roces apagados de las cotas de malla, de las armaduras, de los romos filos de las espadas melladas, oxidadas por el mar y herrumbradas por la sangre.
Escenas de la Batalla de Hastings en el Tapiz de Bayeux. Fuente: @ CREATIVE COMMONS
Los hombres de las tierras del norte, (que etimológicamente es la definición de Nordmandía) eran excelentes jinetes, y la caballería otorgó la victoria, sangrienta y sin misericordia.
Cuentan que el rey Harold falleció en ese campo de batalla, que su cadáver quedó expuesto, atravesado por las flechas y el deshonor.
Cuentan que Guillermo, soberbio, se hizo coronar en Westminster el mismísimo día de la Natividad de Jesús.
Todos supieron que el destino no puede ser cambiado por los hombres.
Todos creyeron, inequívocamente, en la fatalidad.
El cometa había aparecido a los ojos de todos para cubrir de sombras y de dudas el firmamento sajón.
Había sido una herramienta enviada por Dios para avisar, para protegerse del mal o, al menos, para reconocerlo, que cruzaba deprisa las noches y se deshacía en jirones evanescentes como las almas de los muertos.
Monumento a Guillermo el Conquistador en Falaise, su lugar de nacimiento.
Fuente @ Wikimedia Commons
EL TAPIZ DE BAYEUX
Esta batalla acontecida hace diez siglos, aparece fielmente representada en una obra de arte textil, que nos regala 35 metros cuadrados de información sesgada, el Tapiz de Bayeux.
Esta tela de más de mil años que se conserva en Normandía, nos aclara muchos elementos desconocidos de los combates medievales, técnicas, armaduras, espadas, o lanzas. Su origen es incierto, pero está claro que fue encargada y elaborada como recuerdo para la memoria, y como glorificación para los vencedores.
Hay una escena sumamente curiosa en el tapiz. En ella, se observa con claridad la aparición del cometa Halley en los cielos. Sustenta la leyenda de que Guillermo el Conquistador era un elegido y conocía de antemano el resultado.
La imagen del cometa atravesando el cielo, había sido la señal para dirigirse rumbo a Inglaterra con su enorme flota y su caballería, totalmente convencido de su victoria.
Representación del cometa Halley en la escena XXXII del Tapiz de Bayeux. La inscripción en latín dice «Isti mirant stella». Fuente @ Wikimedia Commons
EL COMETA
El Halley, es un cometa bien conocido por ser el más grande y brillante de los cometas de «periodo corto» de la nube de Oort, que orbita alrededor del Sol, aproximadamente cada 76 años.
Este cometa es el único de período corto visible sin telescopio desde la Tierra, y también el único que quizás aparece dos veces en una vida humana, por lo que existen muchas referencias de sus apariciones.
La primera referencia data del 239 a. C., apareciendo y documentándose después sucesivamente en los años 164, 86 y 11 antes de Cristo, 66, 141, 218, 295, 374, 451, 530, 607, 684, 760, 837, 912, 989, 1066, 1145, 1222, 1301, 1378, 1456, 1531, 1607, 1682, 1759, 1835, 1910 y 1986. La próxima aparición está prevista para el año 2061.
El cometa recibió ese nombre por el astrónomo Edmund Halley, quien, en 1705 calculó su órbita con exactitud.
En breve, otro cometa misterioso, el C/2023 (Tsuchinshan-ATLAS), descubierto en febrero de 2023, nos visitará, cruzando el cielo con su brillante halo en dirección al sol, acercándose arriesgadamente a él para morir un poco. Luego se alejará tan deprisa como vino, completando una órbita imposible de imaginar.
En pocas semanas su viaje habrá terminado para nosotros. Dejaremos de verlo para siempre, aunque tal vez regrese desde el oscuro olvido, desde el final del tiempo cuando pasen más de 80.000 años.
El cometa Halley en su última visita de 1986. Fuente: @ CREATIVE COMMONS
Se nos nublan los ojos al pensar en ese futuro esquivo, en ese atardecer, cuando vuelva a rasgar el firmamento con su luz de esperanza cada vez más débil, observando mudo lo acontecido durante todo este tiempo en el planeta que ahora está iluminando.
Quién sabe si lo que hallará será una armónica y perfecta civilización, o si su clara luz alumbrará el incierto mundo distópico que presagiábamos entonces.
Lourdes Cardenal,
Octubre de 2024