Puede que en aquel momento tuviera conciencia de la inmensidad del universo o simplemente decidió hacer una exhaustiva descripción de los objetos que no eran cometas. En cualquier, caso su descubrimiento supuso un hito astronómico, puesto que fue el primero de los objetos que entrarían a formar parte del catálogo Messier: El objeto M1, el remanente de supernova de la nebulosa del cangrejo en Tauro.
Charles Messier había nacido en Lorena el 26 de junio de 1730, en una familia de doce hermanos, de los que sólo seis llegaron a la edad adulta. Gracias a su hermano mayor, y a su destreza como dibujante, consiguió ocupar un puesto como astrónomo de la marina francesa, con tan sólo 21 años. Dibujaba con precisión mapas celestes y geográficos, que eran muy apreciados por sus superiores.
Durante mucho tiempo trabajó como ayudante de observación de Joseph Nicolás Delisle, hasta el retiro de éste en 1760, en el que ocupó su cargo de astrónomo principal. Para ello, utilizó varios telescopios a lo largo de su carrera, casi todos reflectores. El mejor, un reflector gregoriano de 113 cm de largo y entre 19 – 26 de apertura y 80 de foco. Un newtoniano de 20 cm y 1,40 de foco, instalado en el Hotel Cluny y propiedad de Delisle, que luego le legó, y hacia el final, un acromático de 12 cm.
Continuó con sus observaciones y descubrimientos de cometas, ocupación a la que se dedicó con extraordinarios resultados, ya que llegó a estudiar y detallar más de 40 ya conocidos y descubrió 20 cometas nuevos.